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El catfishing aumenta y te decimos por qué

A pesar de todo, la cuarentena continúa. La configuración de las relaciones humanas también, gracias a la agudización de los procesos digitales.

Algunos cambios en realidad pueden traducirse a reacciones que influyen no solo en un individuo, sino a quienes lo rodean.

La soledad y el aislamiento juegan un papel importante. En especial cuando hablamos del catfishing, entendido como la creación de perfiles falsos en internet con el fin de engañar y estafar a otros usuarios.

De hecho, según la Federal Bureau of Investigation (FBI), los casos han aumentado un 22%. En una entrevista, un funcionario dijo que el incremento se debe a la pandemia.

«La pandemia ha creado las condiciones ideales para que prosperen los estafadores”, manifestó.

No obstante, el catfishing no es algo nuevo. El nombre surgió en 2010 después de que se lanzó un documental titulado Catfish.

Luego se convirtió en un término reconocido en 2012 después del estreno de la serie de MTV, Catfish.

En este show se presentaron un sinfín de casos. Quienes se dedican a engañar a otras personas tienen patrones que afectan a la ciudadanía digital.

Generalmente buscan dinero. Se crean un perfil en alguna red social y proceden a buscar una víctima.

Hablan durante un tiempo, y cuando ya hay confianza, piden el dinero, alegando que algún familiar está enfermo, o que no tienen trabajo.

En otros casos, son simplemente usuarios que no se sienten a gusto con su aspecto físico, por lo que buscan aceptación mediante la identidad de otra persona.

La mente del catfisher

Para el psicólogo y experto en tecnoestrés, Celestino González-Fernández, el perfil psicológico de los catfishers tiene rasgos psicopáticos.

«El alto grado de manipulación estaría relacionado con perfiles narcisistas o antisociales», indicó.

Fernández destaca la baja autoestima y el límite de identidad también influyen en el catfisher.

«La presión social por cuerpos e imágenes lo más parecida a los cánones sociales puede llevar a personas inseguras o muy influenciadas por la imagen social a desarrollar estos comportamientos».

«Este perfil con alto grado de neuroticismo estaría relacionado con perfiles ansiosos, obsesivos y dependientes», agregó.

González Fernández informa que los practicantes del catfishing buscan recompensar su baja autoestima porque en el mundo real «no le es posible o está limitado para las relaciones personales o amorosas».

Victoria Robert, integrante de la Federación Latinoamericana de Psicoterapia (FLP), y directora de TerapiaYa, un sitio web donde la especialista ofrece terapias online, no le gusta “encasillar a las personas”, pero quien lleva a cabo el catfishing, “tiene mucho que ocultar”.

Según el juicio de Robert, el catfisher recurre al disfraz porque cree ofrecer algo menor a lo que aspira obtener.

“También hay otros hechos que pudieran indicarnos que estemos frente a una persona peligrosa, capaz de dañar, robar, desacreditar, espiar, acosar, y no solo ante alguien con una autoestima deprimida que enmascara lo que considera sus defectos”.

 No todos los que esconden su identidad detrás de una pantalla buscan hacer daño. Para Robert, a este tipo de personas le suele resultar difícil establecer relaciones, así como aceptarse.

“También están los que simplemente espían, hacen seguimiento de otros sin atreverse a aproximarse. Y están los que mienten, se aprovechan de otros, amenazan, chantajean, desacreditan, entre otras cosas”.

Las víctimas

Las víctimas de las estafas y del engaño también tienen un problema de autoestima.

González-Fernández manifestó que las personas engañadas «son manipuladas a nivel emocional dado a expectativas amorosas».

«Si estás pasando una mala racha, estás solo o te dicen lo que quieres y te refugias en las redes sociales y aplicaciones para ligar puedes ser presa fácil de este tipo de personas u organizaciones».

De acuerdo al psicólogo, los engañados pueden recibir altos impactos emocionales, incluso algunas personas han llegado a ser víctimas del suicidio.

«Se sienten torpes, manipulables y con mucha vergüenza de contar la experiencia por ser juzgados».

Robert indicó que el perfil de las víctimas consta de personas cándidas, que “carecen de suspicacia y suelen confiar con facilidad”.

 “También pueden ser personas que no están familiarizadas con la herramienta digital y, sobre todo, menores de edad. Es la contraparte, son seres susceptibles de ser engañados”.

Relaciones en línea

González Fernández compartió una investigación de la Universidad de Stanford. Revela que las relaciones en línea han aumentado en los últimos años.

Fuente: Universidad de Stanford

«Casi el 40% de parejas heterosexuales y el 60% de parejas homosexuales se conocen por internet”, informó.

Para el psicólogo, el problema no es la modalidad de la relación, «sino el acuerdo, reglas y valores de las parejas».

«Si tú sabes con quién estás y circunstancialmente tienes una relación amorosa en línea con las cartas boca arriba no debería haber problema».

Es por eso que aconseja no confiarse, tampoco no mostrar “de manera abierta” las intenciones. “Creo que nos falta más educación emocional y manejo de las relaciones en formato online”.

Por otro lado, Robert recomienda ir a terapia porque de ese modo la persona puede enriquecer sus procesos internos y externos. “La psicoterapia nos brinda la opción de conocernos, de dirigir nuestra atención hacia nosotros para crecer”.

Otras víctimas

No solo quienes se dedican al catfishing estafan a otros usuarios, sino a marcas o empresas.

Alexander Edwards, especialista en marketing de la agencia chilena Cebra, le dijo a Hypertexto que suele pasar.

Cuenta el caso de Anna Sorokin, una estafadora que ostentaba una vida millonaria en sus perfiles.

«Comenzaron a enviarle regalos, detalles y dinero a cambio de un post o historia. Llegó a tener esa vitrina de marcas reconocidas (una de ellas, Mercedes Benz), la cual le abrió un mundo de lujos con personas famosas y muchas ganancias económicas».

Edwards afirmó que su presunta vida millonaria era un fraude. Por lo tanto, los seguidores la descubrieron y la lapidaron.

«Las marcas la demandaron judicialmente y tuvo que devolver muchas cosas, pagar dinero y pasar días en servicios comunitarios».

Haters y trolls

Las marcas también son víctimas de otros tipos de usuarios. A simple vista un catfisher podría ser confundido con un hater o troll, pero en realidad hay diferencias entre cada uno, pese a que el común denominador sea la creación de perfiles o identidades falsas.

«Los trolls por ejemplo, siempre fueron reconocidos por reventar a personas en las redes sociales mediante el Bullying. Los haters, siempre nacen desde la opinión social, en la que sienten el poder de comentar lo que quieran a quien quieran, sin pensar en las consecuencias de su pensamiento», dijo Edwards.

El especialista en marketing, Jorian Enciso, manifestó que los tres tipos de perfiles son similares.

«Se busca desestabilizar a otro usuario, puede ser una marca o una cuenta personal, dejando comentarios ofensivos promoviendo el odio y desmejorando potencialmente la imagen de otros perfiles. Muchas veces, estas acitudes vienen de alguna experiencia negativa con un servicio o producto y otras veces, es sencillamente ganas de joder», opinó.

Cómo evitar perfiles falsos

Enciso señaló que una estrategia para evitar el catfishing y otros tipos de usuarios que buscan perjudicar una marca, es simplemente bloquearlos.

«Un comentario no hace daño. Puede ser un caso aislado. Pero sí es un tema recurrente, debes ser radical al respecto».

Para Edwards no hay una estrategia fija, sino una que es ejecutada por nuevos métodos.

«La principal estrategia para lidiar con perfiles falsos, es asociar un número de teléfono a la cuenta, y con eso, no pueden volver a generar otra con el mismo número. Esto es solamente un paso frente a la cantidad de engaños que aparecen todos los días».

¿La culpa es de las redes?

La opinión de ambos especialistas en torno al peso de responsabilidad que recae en las grandes compañías detrás de las redes sociales, es diferente.

Enciso señaló que si se publica contenido con un fondo musical determinado sin indicar los créditos del autor en Instagram, «la plataforma sentencia el post».

«Si reportas un perfil sin foto y de dudosa procedencia, no son tan efectivos como deberían. Por ejemplo, ¿no es extraño que sigan existiendo cuentas de maltrato animal y prostitución infantil sin castigos aparentes?», manifestó.

En cambio Edwards opinó que responsabilizar a las compañías es «un poco injusto».

«Es como decirle asesino a la persona que inventó las armas. Las compañías nos proveen elementos que muchas veces se escapan de las manos según el uso que le de cada persona. Me gustaría creer que cada día tendremos educación respecto a cómo usar las redes sociales y relacionarnos con ese entorno».

Al fin y al cabo, la poca educación digital y la pandemia son el reflejo de la nueva configuración psicosocial. 

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